SOBRE LA COLONIA

SOBRE LA COLONIA

La historia de esta colonia de gatos en Cantabria es un relato de amor, dedicación y compromiso con los felinos que, sin un hogar propio, han encontrado refugio y cuidados en manos de personas con un gran corazón. Todo comenzó hace aproximadamente cinco años, cuando mi suegra, una mujer de 80 años con una sensibilidad especial hacia los animales, decidió dedicar parte de su tiempo y recursos a alimentar, desparasitar y cuidar a los gatos callejeros de la zona. Sin ninguna obligación más que la de su propio corazón, ella asumió esta responsabilidad con el dinero de su modesta pensión, sin esperar nada a cambio.

Cada día, con sol o lluvia, con frío o calor, ella se acercaba a la colonia, asegurándose de que ningún gato pasara hambre y de que recibieran la atención básica necesaria. Sin embargo, la llegada de la pandemia del COVID-19 y una operación de prótesis de rodilla cambiaron las circunstancias. Mi suegra, viviendo en un cuarto piso sin ascensor, enfrentó dificultades para seguir ocupándose de sus queridos gatos. Fue en ese momento cuando me pidió ayuda, y sin dudarlo, decidí involucrarme en esta noble causa.

Al principio, todo era nuevo para mí. No tenía experiencia en el cuidado de colonias felinas, pero pronto comprendí la importancia de lo que mi suegra había estado haciendo todos esos años. Me familiaricé con cada uno de los gatos, con sus personalidades, sus historias y sus necesidades. Aprendí sobre alimentación adecuada, desparasitación y esterilización para controlar la población y mejorar su calidad de vida. Cada día, al verlos acercarse confiados, entendía que este compromiso iba mucho más allá de simplemente darles de comer: se trataba de brindarles una vida digna, libre de enfermedades y sufrimiento.

Con el tiempo, este acto de ayuda se convirtió en un auténtico amor por ellos. Rescatamos a los gatos que necesitaban atención médica urgente, buscamos hogares responsables para aquellos que podían adaptarse a la vida en una casa, y nos aseguramos de que los que permanecían en la colonia estuvieran protegidos y cuidados. La conexión con ellos creció día tras día, y lo que comenzó como un favor a mi suegra terminó siendo una causa que llevo en el corazón.

Hoy, la colonia sigue adelante, con el mismo compromiso y amor con el que empezó todo. Gracias a la ayuda de personas que comprenden la importancia del bienestar animal, podemos seguir ofreciendo una vida mejor a estos gatos que, sin nosotros, estarían expuestos a todo tipo de peligros. La historia de esta colonia es la historia de muchos gatos callejeros que dependen de la bondad humana para sobrevivir. Y mientras haya corazones dispuestos a ayudar, su historia seguirá escribiéndose con esperanza.

 

 

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